Nos pasamos la juventud planeando el futuro, en cómo queremos
criar a nuestros hijos, cómo queremos que sea. Planificando todo,
pre-ocupándonos de cómo construirlo. Y por
ahí no está mal. De repente es buena idea. Pero qué pasa con el “ahora”?.
Deseamos tanto tener una familia que se ame y cuide, ser buenos padres o
madres, hijos en la adultez de los viejos. Y no nos detenemos a pensar en
quienes somos hoy. Si nos preocupamos tanto de ahorrar para tener una casa,
algo que dejarle a los hijos… no deberíamos preocuparnos también de construir
buenas personas para entonces? Buenas relaciones, buenas familias?
Es el “ahora” lo que determinará el futuro y la estabilidad
del porvenir. Económica y socialmente. Quiero ser una buena mujer hoy, para lo
que soy hoy y para los que están a mí alrededor hoy. Para mañana enseñarles a
mis hijos como hacerlo.
Por eso le tengo tanto recelo al futuro y a la planificación
del mismo. Me importa más la nutrición del alma que la de la cuenta corriente.
No entraré en discusión respecto de las prioridades y de lo que significa la
estabilidad emocional en un futuro proyectado. Simplemente porque no cabe.
Todos lo sabemos. Solo quiero aclarar que las personas también tienen una
cuenta corriente en el alma en la que se debe invertir.
Amo demasiado el presente como para dejarlo pasar… y lo peor
de todo es que dura tan poco. Doce horas al día me resultan muy pocas.
Soy barro… espero ser moldeada.