Rincón dedicado a los manuscritos que rodean mi cabeza...

lunes, enero 21

menguante...


Se despertaba a menudo transpirando. Sudaba con facilidad, de un tiempo a esta parte le suceden cosas que antes no pasaban. Ahora le cuesta dormir, situación extraña por que en ocasiones dormía doce horas seguidas sin ningún problema. Come poco, ríe forzadamente con todos pero no con ella…
Era un tipo inteligente, respondía enseguida, con palabras precias, directas, extrañamente coherentes. Tenía opiniones categóricas con respecto a algunos temas, lo que otros seres de su familia no conseguían. Caminaba horas por la calle sin ningún fin. Si se encontraba con algún alma amiga, se allegaba a su casa sin ningún problema. Era un escéptico. Un meditador. Un huraño.
Para el círculo más cercano de la familia él era especial. Para los conocidos era un hombre muy extraño, para los lejanos, un completo lunático. Y es que la vida para el tenia otro sentido. No el que todos conocemos, era una mas llena de colores, de espacios, de sonidos que fácilmente se complementan con los aromas, mezclados, entrelazados, creando una sinfonía perfecta. Eso era todo, él solo disfrutaba.

Pero un día algo vino a interrumpir su estadía plena y natural, su atmósfera. La silueta de un ángel atravesó el umbral que diseño para su vista, rompiendo esquemas, patrones. Sacándolo del más profundo éxtasis en el que se encontraba sumido. De su ausencia.
No hizo nada, sólo la siguió, caminó semanas enteras por su lado, y ella no lo notó. Quizás no quiso notarlo, o se encontraba tan sumergida en sus pensamientos, en ese libro que leía a diario, que prefirió simplemente caminar y hacer oídos sordos a cualquier movimiento humano que se articulara junto a ella…

¿Cómo sacarla de su interior, de su intransigencia? ¿Cómo sacarla de su silencio? El quería ocupar el lugar de su soledad.
La extraña forma que tenia de mirar cautivo su mente. ¿Era capaz de ver lo que él veía? ¿Notaba de la misma forma que él los aromas y texturas de la gente? ¿Era tan desquiciada como él?
Que importaba, ella era más que todo lo que él jamás vió. Más de lo que jamás pudo pensar. Sí, ella era más que todo eso. Se perdió en sus ojos, en sus propios pensamientos. Planeó cada día como acercársele, como llegar a ella de la forma más sutil, más sublime.

Fue entonces cuando ya no consiguió dormir. Comía en porciones pequeñas, y entre cada bocado inventaba una escena con ella, su nombre, sus brazos enrollados en su cuello. Su aroma a lavanda, fresca… Alucinaba con la forma en que daba vuelta cada página de su libro. Amaba como mordía su labio inferior cuando no entendía lo que leía. Definitivamente debía conseguir su atención…

La madre, que con frecuencia visitaba su escondite, su hogar, no lo visitó más. Se horrorizo la ultima vez que fue… nunca nadie supo que le sucedió. Nunca dijo nada…

Hoy vive solo en un rincón de la ciudad. Es un lugar grande, claro. Tapizado de blanco, convive con gente que lo comprende. Sí, éste es su lugar.

Le diagnosticaron demencia cuando descubrieron que se enamoró de su hermana…

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