A solas conmigo...

Y me paré frente al espejo. Y no me gusto lo que ví. Ví mi cara un poco demacrada, mis ojos rojos y una sonrisa amarga.

Ví mis manos partidas, mi cuerpo cansado y las uñas sucias.

Ví como mis sueños se quedaron en la vieja estación de cosas que nunca cumplí, en las que las posibles realidades se convirtieron en seguros deseos…

Ví el coma emocional en el que había caído…

Salí de mi casa y camine hacia el primer parque que encontré. Me senté en el pasto y mire el cielo azul.

Caminé más tarde por esa feria que me divierte mucho. Llena de objetos divertidos que calman mi impulsiva curiosidad.

Ví aquella película que me gusta tanto y prometí ver hace mucho, y nunca me dí el tiempo de ver.

Llamé por teléfono a mi amiga de la infancia que quise visitar, pero me dejaba envolver por el bagaje de la ciudad, y lo monótono de mi vida.

Al final del día, llegué a mi casa, cansada después del maravilloso día que tuve. Y me paré frente al espejo.

Ví mis ojos brillantes y grandes. Ví mis mejidas rosadas por el sol del parque. Ví lo bien que me veía con el abrigo que me compré en aquella feria. Vi la motivación y energía que me dejó aquella película. Ví el lindo reflejo de mi amiga en mis ojos…

…y sonreí…