Rincón dedicado a los manuscritos que rodean mi cabeza...

jueves, noviembre 3

Un par de cosas de las que nunca te he hablado...

Extracto de "Nosotras que nos queremos tanto" ... María.




"Puso su mejilla en la húmeda frente de María y el abrazo del baile, dulce como Perales, se estrechó. Fue estrechándose aun más, como encerrando en un círculo a toda la sensualidad que por ahí anduviese. Cuando llegaron a sentir cada uno el sexo del otro en sí mismos, creyeron ser amigos de tiempos remotos y se instalaron en la nitidez de la sensación. María creyó que ese cuerpo la llamaba con voces que venían de otra parte, de cielos o tierras lejanas. Fue ese cuerpo grande el que le hizo la ilusión de un gran dique que podría contenerlo todo. Y esas manos grandes en el cuello de María, acariciando pelo y nuca, parecieron en su ritmo callado ir levantando poco a poco cada piedra de los muros altos que María usaba para su fortaleza.
-Te haz puesto silenciosa.
-Sí, es cierto
-¿Pasa algo?
-Sí. Me cansé ser ingeniosa e inteligente.
Ignacio la miró con ojos de ternura preocupada.
-No necesitas serlo.
-¿Es que se puede estar contigo de otro forma?
-Vamos María -le tomó la cara. levantándosela - ¿Qué temes?
-Nada. Es solo que estoy cansada.
-¿De qué?
Ella apretó su mano y apoyó su cabeza en ese hombro firme.
-De ser esplendida.
Ignacio rió y la risa, sin que ella lo reparara, permitió descabsar al personaje en ella. Bajó la guardia y fue esa risa la que activó algún resorte y ese personaje, casi rígido en su continuo despliegue y exhibicionismo, perdió el control.
-¿Sabes, Ignacio? ¿Sabes cuál es mi deseo inconfesado? Quiero un hombro donde abandonarme, quiero ojos que me miren como a una inválida. ¡Quiero desesperadamente que me protejan!

...

La fiesta terminaba. Con todo el olor a mar encima y la arena húmeda de sal, María e Ignacio volvieron a la casa. Ella siente que está desnudándose y sabe que, cubierto el cuerpo, las ramas no la arañarán. No entiende por qué elige descubrirse, sabiendo que ello la sitúa en la vulnerabilidad. María, detente, se dice, pues es exactamente aquí donde te vas a la mierda, directo a la mierda... "

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